Bruselas, 19 de noviembre de 2025: La Asociación Internacional de Edulcorantes (ISA) responde a la reciente publicación de la serie de The Lancet “Alimentos ultraprocesados y salud humana”.
Actualmente no existe una definición universalmente aceptada de “Alimentos ultraprocesados” (UPF por sus siglas en inglés ) y sería científicamente incorrecto clasificar automáticamente los alimentos y bebidas que contienen edulcorantes bajos en calorías/sin calorías como UPF.
Los edulcorantes bajos en calorías/sin calorías se encuentran entre los ingredientes más estudiados en todo el mundo y las agencias internacionales de seguridad alimentaria han confirmado de manera constante su seguridad. Desempeñan un papel importante en la salud pública al apoyar la reformulación de alimentos y bebidas para mejorar la calidad nutricional y ayudar a alcanzar los objetivos de reducción de azúcar. Ante el alarmante aumento de la obesidad y las enfermedades no transmisibles en todo el mundo, es esencial utilizar todas las herramientas disponibles para abordar estos desafíos sanitarios.
Como parte de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable, los edulcorantes bajos en calorías/sin calorías pueden ayudar en el control del peso, permitiendo a los consumidores disfrutar de alimentos y bebidas con menos o sin azúcar y con menos calorías. Un reciente estudio clínico de referencia, realizado durante un año, demostró que incorporar edulcorantes bajos en calorías/sin calorías en una dieta saludable y baja en azúcar puede ayudar a las personas con sobrepeso a mantener la pérdida de peso.
Los edulcorantes bajos en calorías/sin calorías también son beneficiosos para las personas que viven con diabetes y necesitan controlar su ingesta de carbohidratos, ya que no afectan el control de la glucemia. Además, al ser no cariogénicos, los edulcorantes bajos en calorías/sin calorías pueden contribuir a una buena salud dental.
En definitiva, utilizar la presencia de edulcorantes bajos en calorías/sin calorías como un “indicador” de UPF existe el riesgo de generar confusión entre los consumidores, desalentando potencialmente el uso de productos seguros que podrían contribuir a sus esfuerzos de reducción de azúcar. Las recomendaciones dietéticas y las políticas alimentarias deben basarse en pruebas científicas sólidas y en el consenso, no en categorizaciones excesivamente simplistas.