Congreso Internacional sobre Nutrición 2013

La Asociación Internacional de Edulcorantes (ISA, por sus siglas en inglés) ha estado presente en el 20.º Congreso Internacional sobre Nutrición de Granada (España) celebrado del 15 al 20 de septiembre de 2013.

Auspiciado por la Unión Internacional de Ciencia Nutricional, ICN 2013 es el mayor acontecimiento de este tipo, con cinco días de conferencias científicas, debates y simposios dedicados a importantes temas acerca de la alimentación y la nutrición. Con una asistencia prevista de más de 4000 participantes, el Congreso brinda una oportunidad única a los expertos en salud y nutrición de acceder a los últimos hallazgos científicos en torno a cuestiones clave relacionadas con la nutrición, la salud y el bienestar entre las distintas culturas, tradiciones y hábitos alimenticios.

En el ICN 2013 se sumará a la ISA la Dra. Mabel Blades, experta en dietética y nutrición, que estará disponible para debatir e informar sobre una serie de temas relacionados con la nutrición, un estilo de vida activo, el control del peso y las alternativas al azúcar.

Debajo figura más información procedente del acto.

La prevención de la obesidad representa hoy en día el problema de salud pública más importante. Un aspecto importante durante la primera jornada del 20.º Congreso Internacional sobre Nutrición de la IUNS gira en torno a cómo invertir esta tendencia ascendente.

Más de 4000 especialistas en nutrición asistirán al congreso “Uniendo culturas a través de la nutrición” que tendrá lugar esta semana en España. Se trata del mayor acontecimiento de su clase en el mundo. Auspiciado por la Unión Internacional de Ciencias Nutricionales (IUNS, por sus siglas en inglés), está organizado por la Sociedad Española de Nutrición (SEN).

“Este evento representa el congreso de nutrición más importante del mundo. Se celebra cada cuatro años: es el equivalente a las Olimpíadas de la nutrición y alimentación”, comenta el profesor Ángel Gil, presidente del Congreso de la IUNS-ICN.

“El logo del congreso está representado por una granada, semillas que se extienden dentro de un mapa del mundo como si se tratara de países, siendo España el centro. También representa ‘Granada’, la ciudad en la que el congreso se llevará a cabo”.

Otra de las principales preocupaciones del congreso, en contraste con el problema de la obesidad, es el tema de la malnutrición infantil. “Diría que esto es quizás más importante aún que el tratar de prevenir las enfermedades crónicas que constituyen la principal causa de mortalidad tanto en países desarrollados como subdesarrollados: la obesidad, la diabetes, el cáncer y una serie de enfermedades crónicas de naturaleza inflamatoria tales como el EPOC”.

Es esencial resolver los problemas de desnutrición para conseguir una población sana y un desarrollo sostenible saludable a escala social, medioambiental y económica, declaró en la sesión inaugural del Congreso María Neira, directora de Sanidad Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud.

“Sin desarrollo no hay salud y sin salud no hay desarrollo”, afirmó la Dra. Neira.

El congreso está organizado en torno a ocho áreas temáticas, entre las que se incluyen las últimas investigaciones sobre nutrición, la nutrición a lo largo de la vida y la salud pública para el control de las enfermedades, la evaluación nutricional, la cultura y las prácticas alimentarias, los alimentos funcionales, los compuestos bioactivos, y la alimentación y la agricultura.

Atraer a los adolescentes en los colegios para incrementar sus conocimientos sobre ciencias y salud puede contribuir a luchar contra la obesidad en las generaciones futuras, en opinión de unos investigadores sobre nutrición de la Universidad de Southampton.

El programa de intervención escolar LifeLab, actualmente en fase de evaluación dentro de un ensayo aleatorio por grupos, podría extenderse por Europa y otras regiones, explicó a los delegados del congreso Keith Godfrey, de la Unidad de Epidemiología Vital del Centro de Investigación Médica de la Universidad.

Cuatro mil alumnos al año pasarán por este proyecto de la Universidad de Southampton, donde se centrarán en la campaña “ME, My Health and my Children’s Health” (Yo, mi salud y la salud de mis hijos).

La iniciativa se basa en los hallazgos científicos de la Encuesta de Mujeres de Southampton (SWS, por sus siglas en inglés), que recogió datos acerca de más de 12.500 mujeres de 20 a 34 años de edad que no estuvieran embarazadas. A más de 3000 se les hizo posteriormente un seguimiento a lo largo del embarazo, así como a sus hijos.

Los hallazgos obtenidos desde el nacimiento hasta los nueve años de edad han correlacionado la adiposidad o la cantidad de grasa con un aumento de peso excesivo y una mala alimentación durante el embarazo.

Una alimentación materna deficiente dio lugar a adaptaciones en el feto, según explicó Godfrey, que produjeron una propensión de por vida hacia una mayor adiposidad. Otros estudios e investigaciones respaldaron los resultados de la SWS.

“La cruda realidad es que pocas mujeres del estudio SWS planificaron sus embarazos”, reconoce Godfrey, “y su estilo de vida siguió siendo el mismo cuando se quedaron embarazadas”, aunque algunas comieron más fruta, pero menos verduras”.

“Esto condujo al concepto de LifeLab de incrementar los conocimientos científicos y sanitarios de los adolescentes”.

A través del aprovechamiento de la plasticidad epigenética del feto mediante una buena nutrición antes y durante el embarazo, el equipo de Southampton pretende reducir la obesidad.

Al reducirse la obesidad y el sobrepeso, que aumenta con la edad, la teoría es que disminuirá también la carga de enfermedad crónica.

La intervención conductual durante los años de la adolescencia puede por tanto tener la clave de un proceso y una población que envejezcan de manera más sana.

*THE SOUTHAMPTON WOMEN’S SURVEY: FROM EPIDEMIOLOGY TO INTERVENTIONS AND POLICY
K. Godfrey, H. Inskip, S. Robinson, C. Cooper, MRC Lifecourse

“Si no estás en el mercado de cero o de bajas calorías, probablemente no te vaya tan bien como a tus competidores”, declara Lisa Sutherland del Dartmouth College, New Hampshire (Estados Unidos).

La grandes empresas estadounidenses que componen la Healthy Weight Commitment Foundation (Fundación Compromiso por un Peso Saludable) ya ha superado su compromiso de vender 1,5 billones menos de calorías en 2015, según ha declarado Sutherland ante los asistentes al ICN.

La reducción de la ingesta de 100 calorías por día para los adultos y de 12 calorías para los niños, así como un incremento diario de 50 calorías en la actividad física, podrían evitar que se ganara más peso en Estados Unidos, un país que está luchando contra la obesidad.

A través de una serie de datos compleja, las empresas participantes hicieron un seguimiento y compararon las calorías por unidad de alimento o de bebida vendidas en 2007 en comparación con 2012. Los resultados superaron las expectativas, y el objetivo ya se ha cumplido.

Este éxito coincide con una estabilización nacional del aumento de peso en los adultos y una reducción en los niños a medida que sigue descendiendo la ingesta de calorías, señaló Sutherland.

Buena parte del éxito se debe a la mayor disponibilidad de productos bajos en calorías y sin ellas desde 2007, a un mejor control de las calorías y de las raciones y a una mayor demanda de alimentos y bebidas bajos en calorías y sin ellas por parte de los consumidores.

“Las estadísticas gubernamentales del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) indican que el peso se está estabilizando”, incide Sutherland, y concluye diciendo: “Se han producido mejorías en la alimentación, ya que se comen más harinas integrales y está aumentando el consumo de frutas y verduras. Esperamos que se mantenga la tendencia en esa dirección, pero hay mucho trabajo por hacer”.

Todavía no sabemos cuál es la mejor dieta para prevenir la diabetes de tipo 2 (DT2), según la profesora Jennie Brand-Miller, experta en diabetes, índice glucémico y resistencia a la insulina de la Universidad de Sydney.

A pesar del consenso mundial acerca de que una alimentación baja en grasas y con alto contenido de fibra constituye, junto al ejercicio físico, la mejor forma de prevenir la diabetes de tipo 2, se puede conseguir más en cuanto a prevención alimentaria, expuso la profesora Brand-Miller ante una concurrida audiencia en el ICN.

Se ha presentado el Proyecto PREVIEW: PREVención de la diabetes a través del estilo de vida para encontrar el patrón de estilo de vida más eficiente a la hora de prevenir la diabetes de tipo 2 en una población de individuos con sobrepeso u obesos prediabéticos. El proyecto consta de dos líneas probatorias distintas, y ambas incluyen a países europeos y de ultramar.

Este estudio innovador se está centrando en los efectos de la alimentación, la actividad física, el estrés y los patrones de sueño sobre el desarrollo de la diabetes de tipo 2 en los individuos de riesgo. Durante un ensayo clínico aleatorio en el cual se está llevando a cabo un seguimiento de 2500 niños, adolescentes, adultos y ancianos de riesgo a lo largo de tres años se intentará determinar cómo intervenir mejor y modificar los hábitos alimentarios y de estilo de vida de los individuos.

También habrá grandes estudios de población sobre 170.000 personas de todos los grupos de edad en cuatro regiones: Europa, Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos.

Aunque en estudios anteriores, como DioGenes, el Estudio de Prevención de la Diabetes y el estudio chino Da Qing, se produjo una pérdida de peso de alrededor del 7% utilizando una alimentación baja en grasas, con alto contenido de fibra y una pauta de ejercicios, no lograron prevenir de manera eficaz la recuperación del peso o la diabetes de tipo 2, indicó la profesora Brand-Miller.

Existe una necesidad urgente de buscar el mejor planteamiento para luchar contra el auge reciente de la diabetes gestacional y de la diabetes de tipo 2 en los jóvenes. “Estas pueden tener su origen en patrones alimentarios que incrementen en exceso la glucemia y la insulinemia posprandiales, todo ello unido a la resistencia fisiológica a la insulina del embarazo y de la pubertad”, explicó Brand-Miller.

Es probable que existan maneras más eficientes de prevenir la diabetes en los individuos con predisposición que simplemente utilizando una alimentación baja en grasas y con alto contenido de fibra.

“Queremos encontrar una alimentación aún mejor”, declaró la profesora. Dicha alimentación produciría una pérdida de peso, prevendría la recuperación del peso, tendría un sabor agradable para que la gente pudiera cumplirla y además prevendría la diabetes de tipo 2; asimismo, podría contribuir a evitar cardiopatías coronarias y otras enfermedades crónicas.

Por otra parte, añadió que los estudios sobre prevención de la diabetes muestran que las intervenciones intensivas en el estilo de vida que consiguen una pérdida de peso mantenida pueden reducir el riesgo de diabetes de tipo 2.

La profesora Brand-Miller mostró también algunos datos según los cuales no existen pruebas convincentes en favor del argumento de que las bebidas con edulcorantes bajos en calorías puedan suponer un mayor riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2.

PREVIEW investigará por tanto la eficacia de dos regímenes alimenticios diferentes combinados con dos intensidades de actividad distintas.

Estos regímenes son
una alimentación de IG medio y con un nivel moderado de proteínas, o bien
una alimentación alta en proteínas y con un IG bajo.

“Una carga baja de IG funciona mejor en personas sensibles a la insulina que pueden perder peso más rápidamente y mantener esa pérdida”, explicó la profesora Brand-Miller.

En su intervención sobre el papel de la actividad física en la prevención de la diabetes de tipo 2, el profesor Gareth Stratton, del Centro de Investigación A-STEM de la Universidad de Swansea, comentó que se van a estudiar simultáneamente dos patrones de ejercicio en el estudio sobre prevención PREVIEW para ver cuál de ellos es más eficaz.

Los niveles de actividad son:
Moderado al menos 150 minutos a la semana
Alta intensidad al menos 75 minutos a la semana

La actividad física regular mejora el control de la glucosa en las personas con diabetes y sobrepeso, pero aún no se sabe qué tipo de patrón de ejercicio es mejor, reconoció Stratton.

La popularidad del ejercicio vigoroso de alta intensidad (EAI) va en aumento porque la mayoría de la gente dice que no tiene tiempo para hacer ejercicio, declaró el profesor. A la gente también le gusta compartir y comparar sus pautas de EAI, de las cuales existen una serie de aplicaciones para teléfonos móviles.

El EAI consta, por ejemplo, de ráfagas breves de ejercicio intenso, actividad física durante seis minutos compuesta por ráfagas de 30 segundos de ejercicios de Burpee, saltar extendiendo los brazos y las piernas, flexiones, etc., realizados espalda contra espalda. “Esto puede reducir la presión arterial y mejorar el funcionamiento endotelial, pero existen preocupaciones acerca de la seguridad, especialmente entre las personas que no están acostumbradas a hacer ejercicio”, opina el profesor.

Independientemente de qué patrón de actividad física resulte ser mejor para prevenir la diabetes de tipo 2, todos debemos ser menos sedentarios, porque según el profesor Stratton “cuanto más permanecemos sentados, menos vivimos”.

Para más información, consulte el sitio web oficial del proyecto: http://preview.ning.com/

Nuestro gusto por el dulzor es universal y forma parte de nuestra biología básica. “Es algo con lo que nacemos, independientemente de la alimentación de nuestra madre durante el embarazo y, por lo que respecta a los bebés, cuanto más dulce, mejor”, ha señalado France Bellisle al ICN.

El sabor dulce forma parte de la evolución natural y se ve influido por la genética, el origen étnico y las preferencias alimentarias individuales. Apareció para proporcionarnos una ventaja adaptativa, explicó la Dra. Bellisle, de la Facultad de Medicina de la Universidad Laval de Quebec. Así, ayuda a los seres humanos y a otras especies a evitar la ingestión de sustancias potencialmente nocivas, sobre todo durante la infancia, cuando la preferencia es mayor.

“El amor por lo dulce está asociado a nuestra tasa de crecimiento lineal durante la infancia”, indica la Dra. Bellisle. La preferencia por lo dulce es menor en los adolescentes en comparación con los niños, y menor en los adultos en comparación con los adolescentes.

Pero, ¿puede el dulzor contribuir también a inhibir la ingesta de alimentos o, en otras palabras, hacer que dejemos de comer?

Según investigaciones recientes, las mujeres de peso normal se habitúan a lo dulce antes que las que tienen sobrepeso u obesidad. Una habituación más lenta da lugar a que las mujeres obesas tarden más en cansarse de los alimentos dulces, por lo que podrían comer más.

Sin embargo, una vez saciados, es decir, cuando nos sentimos llenos, lo dulce resulta menos agradable. Tanto el azúcar como el edulcorante aspartamo se vuelven menos agradables una hora después de comer, pero el azúcar actúa con más intensidad, probablemente debido a su efecto metabólico. El aspartamo se metaboliza, pero, dado que no eleva los niveles de glucemia, no puede reducir el efecto de hambre, explicó la Dra. Bellisle.

Los edulcorantes artificiales por sí solos no pueden calmar el apetito ni ralentizar o detener la ingestión porque no contienen las calorías necesarias para satisfacer y suprimir el apetito. “Sin embargo, su efecto sensorial a través de la habituación puede contribuir a que se deje de comer”, añadió la Dra. Bellisle; esto se debe a que nuestro gusto por lo dulce (pero no por otras sensaciones gustativas) disminuye después de comer sustancias con sabor dulce.

“Los edulcorantes forman parte habitual de los alimentos, y en ese contexto el alimento provocará saciedad, pero si los alimentos poseen un edulcorante de elevada densidad energética, como el azúcar, pueden favorecer el comer en exceso”.

Para concluir, señaló la Dra. Bellisle: “Los edulcorantes no son la varita mágica para perder peso, pero pueden ayudar a conseguirlo en el contexto de una alimentación saludable”.

La importancia de la actividad física y de la alimentación sana han sido temas destacados durante la segunda jornada del 20.º Congreso Internacional de Nutrición de la IUNS: “Uniendo culturas a través de la nutrición”.

Destacados expertos mundiales sobre actividad física han aportado pruebas sólidas de que para combatir la obesidad mundial es preciso sentarse menos y realizar una actividad física más regular. Uno de los ponentes que han despertado más interés sobre el tema ha sido el profesor Steven Blair, de los Departamentos de Ciencias del Ejercicio y de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad de Carolina del Sur.

Sorprendió al público con la chocante afirmación de que el no ser físicamente activo tiene más posibilidades de matarnos que la mayoría de las enfermedades crónicas. “La inactividad física provoca 5,3 millones de muertes al año, cifra superior a los 5 millones atribuidos al tabaquismo y los 3 millones de la obesidad”, declaró el profesor Blair en el ICN.

Sin embargo, también trajo noticias tranquilizadoras para las personas obesas: “Las personas obesas que hacen ejercicio con regularidad poseen menos riesgo de morir o de padecer enfermedades crónicas durante los diez años siguientes que quienes no tienen problemas de peso pero no están en forma”.

El mismo consejo positivo se aplica también a las personas con peso normal o con sobrepeso. “Hemos publicado decenas de estudios en las principales revistas científicas y médicas que muestran que si tenemos al menos un estado de forma cardiorrespiratorio de nivel moderadamente bueno, nuestro riesgo de morir o de desarrollar enfermedades crónicas no contagiosas se reduce considerablemente, tanto si tenemos un peso normal, como sobrepeso u obesidad.

“Un buen ejemplo de cómo pasar a tener un estado de forma moderadamente bueno es caminar: tres caminatas de diez minutos al día cinco días a la semana nos permitirá alcanzar un estado de forma físico moderadamente bueno”, comentó el profesor Blair. Hacer más de cinco horas o de 300 minutos de ejercicio a la semana no supone ningún beneficio adicional para la salud.

Es preciso hacer un esfuerzo consciente por ser más activo, ya que la técnica ha desterrado la actividad física de nuestra vida cotidiana, explicó Blair. “Las mujeres estadounidenses ahora consumen 120 calorías al día menos en el trabajo que hace 50 años, y los hombres 140 calorías al día menos que antes de la actual epidemia de obesidad. Las mujeres también consumen 1800 calorías menos a la semana en las tareas domésticas que hace 45 años”, continuó.

El profesor Blair reconoció que, junto con la actividad física, la alimentación, el control del estrés, el dormir adecuadamente y el no fumar contribuyen a reducir las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes, la obesidad y los trastornos respiratorios, que constituyen las principales causas de muerte en el mundo.

“Muchos adultos me dicen que están demasiado ocupados para hacer ejercicio, pero después reconocen que se pasan cuatro o cinco horas viendo la tele al día. Si caminaran sobre el sitio durante los anuncios llegarían al objetivo semanal de 150 minutos”, señaló.

Es hora de abandonar la imagen de una balanza para representar el equilibrio energético y de replantearse la idea consensuada desde hace tiempo de que el peso se puede controlar simplemente equilibrando la ingesta energética (los alimentos ingeridos) con la energía consumida (las calorías quemadas).

“Esta idea es completamente falsa”, afirmó el profesor John Blundell, de la Universidad de Leeds, y no ayuda nada a la forma que tiene el público de entender el control del peso el encontrar en los periódicos titulares como ¿Correr engorda? y Por qué el ejercicio no hace adelgazar. Estos artículos periodísticos han interpretado de forma incorrecta los resultados científicos, y a menudo se basan en hallazgos que no son científicamente sólidos.

Las balanzas del equilibrio energético son una idea desfasada, en opinión del profesor Blundell, porque ahora se sabe que el equilibrio energético es un sistema dinámico. “En nuestros estudios REACTIV hemos comparado durante 15 años a personas activas y sedentarias de la misma edad, peso e índice de masa corporal (IMC). Las personas activas pueden comer más sin que su equilibrio energético sea positivo”.

El único momento en que la ingesta energética se encuentra en homeostasis (equilibrio) es cuando las personas se encuentran en una situación de elevado gasto energético –es decir, cuando son muy activas–, señaló el profesor Blundell. “Las personas sedentarias pierden la capacidad de regular su equilibrio energético”.

En los ensayos REACTIV, los individuos siguieron un programa aeróbico supervisado de 12 semanas de duración en el que quemaron 500 calorías en cinco sesiones por semana y trabajando a un 70% de su frecuencia cardíaca máxima. También se midió y supervisó la ingesta alimenticia.

“Mediante la realización de estos estudios podemos decir a las personas qué es lo que van a conseguir cuando se sometan a un programa de ejercicios, porque quieren saber cuál va ser el resultado antes de empezar”. Los resultados fueron por término medio una pérdida de peso de 3,3 kg, una pérdida de grasa del 2,1%, una reducción del 5% en las medidas de la cintura y un descenso del 2,8% en la masa corporal magra.

“Casi nadie mostró estos promedios, porque la realidad a la hora de perder peso es que existen variaciones en la respuesta”, señaló Blundell. “El intervalo de pérdida de peso fue de 1 a 8 kg y, contra lo que cabía esperar, un pequeño grupo ganó peso. “¿Por qué aumentaron de peso? Puede deberse a que comían más o porque ganaban masa sin grasa (músculo o tejido magro)”.

Independientemente de la cantidad de peso que se pierda o se gane, “el ejercicio físico de alta energía provoca que tanto hombres como mujeres pierdan grasa y ganen masa sin grasa, lo cual es más sano”, explicó el profesor.

Por otra parte, cuando las personas se vuelven sedentarias acumulan grasa y su control del apetito se debilita, a menudo porque continúan comiendo la misma cantidad que antes de volverse sedentarios.

Esto contradice el modelo de la balanza antes propugnado de igualar la ingesta energética al gasto energético para generar una pérdida de peso. “La actividad física no es un gasto calórico convertido en cambios en el peso”, incidió. “La actividad física modifica la fisiología para producir cambios importantes en la salud, reducir la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la insulina plasmática, así como para incrementar el tono cardiovascular, lo cual es más importante que el peso”, concluyó el profesor Blundell.

Otro científico que se replanteó las ideas aceptadas sobre el equilibrio energético como una ecuación simple para controlar el peso fue David Allison, de la Universidad de Alabama (Estados Unidos).

“No se puede hacer solo una cosa para modificar el equilibrio energético, porque en cuanto se hace, sucede otra cosa, por lo que al final acabamos haciéndolo el doble o más”, en opinión del Dr. Allison.

El sistema del equilibrio energético es reactivo. Podemos entenderlo en términos newtonianos: a cada acción le sigue una reacción, o bien en términos freudianos: si lo quitamos de aquí, saldrá por allí.

Por tanto, los científicos tienen que examinar más detenidamente las relaciones entre ingesta y gasto y tener en cuenta la compensación pasiva y activa del equilibrio energético frente a los cambios en la ingesta energética o en la actividad física. Esto rompería algunos mitos existentes desde hace tiempo acerca del equilibrio energético.

El mito del equilibrio energético de 100 calorías
No se puede decir a quienes quieren adelgazar, como se les ha dicho en el pasado, que si ingieren 100 calorías al día menos de lo que comen actualmente perderán 3500 calorías en 35 días, lo que equivale a 450 g de grasa. Por cada día que comen menos calorías disminuyen ligeramente de tamaño, y su gasto energético también se reduce. Así pues, este cálculo no tiene en cuenta la compensación pasiva.

El mito de comer fuera y el equilibrio energético
Otro consejo dietético similar consiste en no comer en restaurantes, porque las comidas en los restaurantes tienen por término medio 250 calorías más que otras comidas. Pero esto no tiene en cuenta la compensación activa. Cuando la gente sabe que va a comer fuera, a menudo reduce su ingesta en las comidas anteriores o al día siguiente. Los estudios han revelado que nos adaptamos cuando comemos fuera, y la ingesta al cabo del día es solo de unas 25 calorías más.

El mito del equilibrio energético en el desayuno
Un consejo dietético actual es que las personas que desayunan controlan mejor su peso porque se supone que comerán menos después, o bien que quienes no desayunan comerán más después durante el día. Los estudios indican que quienes no desayunan realizan a mediodía comidas más abundantes, pero no compensan la carencia de saltarse el desayuno.

Para mejorar los futuros mensajes de salud pública contra la obesidad, el Dr. Allison y sus colaboradores han desarrollado una aplicación que tiene en cuenta la compensación pasiva y activa sobre el equilibrio energético a la hora de pronosticar los resultados de los consejos alimenticios y de actividad física.

“En realidad, las personas compensan alrededor de dos